22 septiembre 2007

Yo tambien tuve un blog

Por: Everardo

Era un viernes, un 27 de enero del 2006. Uno de esos días que como todos no volvería a repetirse. Por que, aunque me costó entenderlo, los días nunca se repiten, mejor aún los minutos nunca vuelven y los momentos no conocen los círculos.

Comencé un blog, que abría con un post titulado: “la hoguera nocturna”, y en sus entrañas guardaba una de las frases que mi vida atesora como verdad única, absoluta, indisoluble y (cuando creo en dios) bíblica:

Escribir es una forma de callar y la gente que calla es afortunada por que no tiene que explicar.

Escribir es un acto lluvioso, comienza con pequeñas gotas que caen como escupitajos en el piso (homenaje a Rulfo), luego viene ese inconfundible olor a tierra mojada, el cual por misteriosas razones abre el apetito, quizá anunciando que lo que viene es una tormenta insaciable, un diluvio que solo terminará hasta que quien escribe quede vacío.

En un acto íntimo, sexual, grosero, escribir es meterse el dedo hasta casi tocar la campanilla y vomitar. Y como todos sabemos, lo malo de ciertas cosas como: llorar, vomitar, reír o tener sexo es que cuando empiezas ya no puedes detenerte.

Por eso, durante casi un año escribía afanosamente en mi blog ( http://manzanasincascara.blogspot.com/) lo amaba, era especial para mí. Escribía cosas profundas, raras, escribía acerca de mis amigos, de la vida, del trabajo, escribí 24 razones para no tener un hijo, escribía tonterías, cosas sucias, otras no tanto, escribía cartas, razones, amores. Hasta que un día dejé de hacerlo.

¿Será que me quedé vacío para siempre? ¿Será que ya no tenía nada que decir? ¿Será que la sequía mental había llegado? Tuve que preguntarme ¿Para que sirven los blogs? ¿Es útil escribir?

La respuesta, como todas las respuestas en este mundo, tardó en llegar y al final ahí estaba: escribir tiene de maravilloso lo que toda dualidad tiene, escribir es leer, leer es pensar. Escribir un blog es pensarse a uno mismo. Es mover los muebles que hay en nuestro cerebro, a veces por que queremos cambiar totalmente y otras, solo por que nos cansamos y queremos ver nuestro entorno un poco distinto. Escribir es una forma de callar, por que para darse explicaciones a uno mismo, hay que estar callado.

Yo también tuve un blog y renuncié a él, aunque todo lo bueno siempre tiene que volver, por eso... http://dispar-arte.blogspot.com/ un dialogo interno, pero ahora compartido.

Ever tambien tuvo un bog... no dejen d evisitarlo, promete!!!

10 septiembre 2007

Leer no mata...



Y como emblema de esta semana tenemos esta ilustración, cortesía de Ernesto Benitez, genial diseñando y conceptualizando ideas. venitoh@hotmail.com

05 septiembre 2007

Leer no mata pero si atormenta

Por: Viridiana Morales

Esa sensación de culpa me atormenta cuando se debate el polémico tema de si verdaderamente en México se lee. Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que tomé un libro para disfrutarlo, tan solo remembro que fue El Cartero de Charles Bukowski, y no me encantó, inclusive me costó trabajo terminarlo.

No sé que sea peor, si no leer o dejar un libro inconcluso; creo que cualquiera de las dos no son las mejores opciones. ¿A quién debemos echarle la culpa de que no tenemos el hábito de la lectura? ¿Acaso será a nuestros maestros, o a nuestros padres?

Lo más fácil es echarle la culpa a alguien más, llenarnos de pretextos y continuar en la misma situación de ignorancia. Aunque por otro lado tengo la certeza que tanto nuestros padres como nuestros maestros han contribuido a nuestra carencia de amor hacia la lectura.

Cuando eres un escuincle lo último que deseas es tomar un libro (aún así hay quien lo hace), y la peor manera de inculcar la lectura es imponiéndola y encima de eso dejar tareas absurdas. Seguramente muchos de nosotros leímos a El principito en nuestra infancia, tampoco podemos olvidar a El diario de Ana Frank o, inclusive, Pedro Páramo de Juan Rulfo.

Cada vez que un maestro dejaba leer un libro parecía un calvario, nadie tenía la suficiente motivación como para hacerlo por gusto. En ocasiones ni siquiera había que leer el libro, tan solo bastaba con pedirle la tarea al que se dejara copiar. Durante esos años mozos, tomar un libro, hojearlo y poner atención a cada letra que aparecía en éste, era pedir demasiado.

Reconozco que no me encantaba leer en aquellos tiempos, aunque lo hacía tan solo por cumplir la tarea. Me era difícil entender a Sor Juana y sus poesías (hasta hoy la poesía no es lo mío), tampoco me atraía el Popol Vuh (aunque admito que a la larga resultó interesante haberlo leído).

La preparatoria se acabó, y con ello la holgazanería; era tiempo de tomarse eso de la lectura como algo más serio, sobre todo por la cercanía de las letras con mi carrera. Descubrí que el leer conduce a buenos resultados: nos hace menos ignorantes, nos da tema de conversación, podemos usar palabras pomposas para hacernos los intelectuales, nos da la posibilidad de debatir sobre los escritores, nos entretiene, y mejor aún… corrige nuestros tremendos horrores ortográficos, porque no hay mejor cura para eso que leer, leer, y leer (también escribir, escribir y escribir).

En la licenciatura me aventé buenos libros, uno de ellos fue La reina del sur, que en verdad me pareció sobresaliente. Esa forma en que Pérez Reverte narra los acontecimientos describiendo perfectamente cada detalle.

Aún recuerdo cuado tuve que (tal y como lo mencioné “tuve”) leer para la clase de semiótica un libro de un autor que en mi vida había escuchado hablar de él. Así conocí a Sergio Fernández y Los peces; y eso sonará extraño pero este libro no es tan conocido, por lo tanto no hay muchas copias, lo que nos lleva a deducir que no es fácil encontrarlo. Curiosamente dicha obra estaba dentro del montón de libros viejos que hay en mi casa, alguien se lo había regalado a mi mamá alguna vez y ahí lo encontré. Sin duda alguna éste es el libro que más trabajo me ha costado entender en toda mi vida. Tan sólo eran 100 escasas páginas, pero cada renglón estaba repleto de figuras retóricas y la historia era sencilla y compleja al mismo tiempo. Lo leí tres veces seguidas, sentía el deseo de comprender lo que este escritor había impreso en sus páginas. Al final logré captar la esencia y aprendí mucho de este libro que jamás volví a ver porque un compañero me lo pidió prestado y jamás me lo regresó (lección importante: nunca prestes buenos libros).

A la lista de los memorables puedo añadir Los hornos de Hittler, obra que sin lugar a dudas captó mi atención desde el primer momento y lo devoré en cuatro días. El perfume lo recuerdo con mucho placer, la descripción tan exacta de los olores provocó en mí una reacción extraordinaria; en el tiempo que leí el libro no dejaba de apreciar y tratar de distinguir las emanaciones de lo que me rodeaba. Por último mencionaré a El alquimista, creo que aquí Paulo Cohelo logra un buen trabajo y cumple su cometido; la verdad no me atrevo a desechar este libro solo porque es de superación personal.

Claro que estos que menciono no son los únicos que he leído, han pasado más por mis manos. Unos me han gustado menos que otros, pero aún así haciendo un recuento de los libros que he leído en toda mi vida, puedo decir que la lista es muy escueta y la verdad me da pena llegar a esa conclusión.

Ni siquiera he ojeado a Harry Potter, o el compendio de El señor de los anillos; viendo el lado positivo aún tengo la posibilidad de hacerlo, tan solo es cuestión de que me siente y me acerque un poco más hacia la literatura; digo, nunca he dejado de leer, siempre estoy al tanto de lo que dicen los periódicos y me gusta adquirir revistas para echar un vistazo a su contenido.

En ese caso se puede decir que leo diario, además tengo la certeza de que aún leyendo el periódico o revistas de buenos contenidos, podemos salvarnos de la ignorancia y mejorar nuestra escritura. Simplemente es cuestión de poner atención qué es lo que leemos. Y una buena recomendación que podría dar es que hay que leer de todo, desde lo más bárbaro hasta lo más refinado, esa es la única manera en que podremos aprender a distinguir lo bueno de lo malo y ser buenos críticos.

Después de haber dado todos estos detalles sobre mi mínimo acercamiento hacia la lectura, espero haber generado algún tipo de sentimiento en ustedes. Mientras, yo me tomaré esto en serio y voy a reconciliarme con los libros, porque hasta eso en mi casa hay muchos y de todo tipo que están a la espera de que alguien los desempolvé y les preste un poco de atención.

De este lado tenemos a Viridiana Morales, periodista a favor de los derechos d elos animales. Léanla, léanla. virynoname@hotmail.com

28 agosto 2007

La eterna levedad de leer

Por: Mauricio Linder

Cinco libros a la mitad. Cinco!! Eso suena mucho y eso que no menciono el intervalo de tiempo en que se compró el primero y el último. Y mucho peor, el por qué empezamos el segundo (en ese punto no hay marcha atrás; vas coleccionando círculos sin cerrar).
Uno acaba echándole la culpa de esto a muchas cosas: falta de tiempo, falta de interés en el tema, falta de interés en todos los temas, falta de ambientación y luz adecuadas, falta de motivación, falta de una café “pa’ que amarre” o ya el muy patético “es que ya van a estrenar la película”.

Lo cierto es que a pesar del boom de librerías y cafés de interés general y de ambientes “súper cool” para retomar la lectura, aún no logramos justificar su cada vez más creciente oferta.

En algunas vacaciones, platiqué con un norteamericano. Nótese que TODOS tienen un libro en un camastro o sobre la arena. Ellos leen todo el tiempo. Su opinión es que sí, leen mucho, él mismo juzga que todo lo que lee es basura. Los best sellers más comerciales y que se limitan a la colección de Stephen King, los viejos títulos de Sydney Sheldon o todo aquello que ya está o estuvo rodándose en Hollywood.

Aquí leemos La Prensa. Algún otro? Claro!! El Reforma y el Universal en las cada vez más premiadas secciones de Gente, Primera Fila o como se llamen las de Espectáculos. Ya en este asunto, no olvidemos cómo enriquecemos la mente con R.S.V.P. o Club Social, Caras y Quién.

Vamos a cerrar círculos. Vamos a retomar esos libros. Si son temas de los cuales ya no nos acordamos tal vez vamos a descubrir que teníamos una ansiedad oculta u olvidada. Vamos a ambientar nuestro lugar favorito para leer más o buscar uno fuera de casa. Ya de menos, va a funcionar para tener nuevos temas de conversación.

Veamos al libro como al vino en un sentido totalmente estadístico: el mexicano sólo lee menos de un libro al año, como bebe vino: menos de una botella al año. Si nos acostumbramos a todos a tomar vino mientras leemos aventamos los números hasta arriba!!!

Hay que hacer book shopping!!

Escrito, conceptualizado y entregado (a regañadientes) por Mauricio Linder, imparte la materia de administración del hospedaje en la Ibero.

20 agosto 2007

Sobre el problema de la lectura en nuestro país

Por: Sergio Unzueta C.

El problema de la cada vez mayor pérdida del sano hábito de leer es un fenómeno que no es exclusivo de México, o de Latinoamérica. También los países más desarrollados culturalmente (obviamente los gringos no están incluidos), padecen cada vez en mayor medida de esta pérdida, aunque claro, con las debidas proporciones.

La idea es fácil de entender si consideramos que la región geográfica y sociocultural a la que pertenece nuestro país es pobre económicamente, pero paupérrima en asimilación cultural. (No me gusta decir que somos pobres en cultura, porque paradójicamente somos muy ricos en expresiones culturales, que muy pocos valoran).

Si a esta consideración le agregamos aquella genial frase de Don Porfis, que decía “Pobre de mi México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, pues podremos entenderlo mejor. De propia experiencia puedo contar que el estudiante gringo promedio encuentra verdaderos problemas para encontrar a Brasil en un globo terráqueo, y más de uno de ellos cree que su “mortífero” enemigo, Irak, está en Europa (probablemente junto a los Alpes).

La influencia de nuestros patógenos vecinos es innegable, hemos cambiado el libro por el cine, que nos emboba y enajena como los niños en que los gringos quieren convertirnos (a nosotros y al resto del mundo). Sus efectos son tan obvios que ni les damos importancia, y es que el tema más socorrido en cualquier conversación socializante, siempre es, después del clima, sobre la última película en cartelera. Es cómodo y es práctico: En una hora y media, uno se puede nutrir de la suficiente cantidad de nimiedades para poder parlotear una hora en cualquier lugar con gente que apenas se conoce, y además (para los menos afortunados en manera intelectual) permite hasta darse el lujo de ser un tipo “conocedor”. Me resulta muy simpático cuando conozco a alguien que me dice “me encanta el cine, sé mucho de cine…”, después resulta que el tipo no tiene idea que se hace cine otros países que en territorio yanqui. Para mí lo que dicen es más bien “sé mucho de la güeva que me dan los libros”. No hablemos del pobrecillo que se jacta de dominar las telenovelas, y además sentirse orgulloso de que Televisa haga las mejores telenovelas del mundo, tal vez sea porque después de los estadunidenses, tenemos a los mejores enajenados (sin mencionar a los mejores obesos).

En fin, mi apreciación en conclusión es que la pérdida del hábito de leer ocurre a nivel mundial, y, para variar, golpea en mayor proporción a los países más fregados; y más fregados estamos nosotros, ubicados a un ladito de los güeros zonzos estos, de los que hemos aprendido a pendejear como los grandes.

Honestamente, no creo que se trate de un problema reversible, sin embargo, para la tranquilidad de las conciencias susceptibles, recomiendo más libros y menos cine joligudense (que jode el cerebro) con palomitas (que joden la digestión).

Don Serch es un claro ejemplo de ganas de hacer las cosas. Es un prestigiado arquitecto egresado d ela UAM y pues tambien tiene una intersante forma de ver las cosas. sergio_unzueta@hotmail.com

17 agosto 2007

Lee... y nutre tu cerebro



Heeey! pues este arte fué enviado desde el mismísimo estado de Guerrero, obra de Octavio Adame Flores de Osign Studio. layoud@hotmail.com

13 agosto 2007

Cinderella complex

Por: Mauricio Bañuelos C.

México D.F. 1951, Televisa bajo las siglas XEW canal 2 realiza su primera transmisión desde las instalaciones del Parque Delta (hoy demolido y convertido en un centro comercial) ¿quién iba a pensar que ese día iba a ser el armagedón de la cultura en México? ese día nos despedíamos de los libros para abrirle paso al superfluo mundo de las telenovelas seis años después...la culpable "Senda de gloria" ahí empezó todo.

Solemos confundirnos con que el término telenovela es sinónimo de melodrama. Melodrama es un género aplicable en cualquier corriente, así como la tragédia o la pieza. Y ojo, también hay de melodramas a melodramas, creo que del "Tranvía llamado deseo" de Tennessee Williams a las Muchachitas como tú de Emilio Larrosa hay todo un abismo. Creo que las telenovelas explotan el peor lado del melodráma (personajes sufriendo por su lugar en la sociedad y el poco auto-conocimiento de los personajes) al máximo. Al ver la televisión nacional es imposible preguntarse ¿Acaso en México nadie escribe mejor? es una idea aterradora el solo pensar que ese sea el talento de los dramaturgos mexicanos.

Gran parte de la culpa no la tienen los programadores, porque es precisamente eso lo que el público pide. Un público subestimado en realidad pero ya tan acostumbrado a ver las historias de la Cenicienta que prácticamente se les podría declarar muerte cerebral. ¿para qué leer? si puedo ver todos los días a una actríz del calibre de Anahí representar todo lo que quiero ser. Puedo ver a Thalía convertirse en millonaria y ligarse al rico. ¿Para qué leer Romeo y Julieta que inspirò todo eso si lo puedo ver masticadito en televisión una y otra y otra vez?. Todos queremos ser la Cenicienta, entenderlo facil y no pensar. Un libro requiere el esfuerzo de imaginar y cambiar las páginas, además en México la mayoría de la población su cultura literaria llega al TvNotas ¡todo es un círculo vicioso!. Si tan solo la gente tuviera el hábito de leer, sabría lo maravilloso que es poder leer una historia y realmente hacerla tuya. Los personajes tienen la cara que tu quieras y la identificación no disminuye, al contrario. Si supieran que las historias que ven en su "comedia" (término usado por abuelitas, y creo que realmente más acertado que melodrama) tienen un origen literario, un legado tan importante que llega hasta su televisión una y otra vez desde hace 50 años.

Por otro lado no creo que la televisión mexicana esté perdida. Y no niego haber visto telenovelas como cualquier mexicano, sin embargo creo que hay más que ver. Más historias que contar, el público méxicano no debería encerrarse en un mismo tipo de televisión, es más no solo encerrarse en la televisión. También hay libros, hay cine, hay teatro. Sin embargo las televisoras nos tienen acostumbrados a no pensar, a solo sentarnos en un sillón a recibir lo que un genio como Juan Osorio nos va a ofrecer. Que es basicamente La Cenicienta reloaded.

Creo que para que la gente volviera a leer nos deberíamos ir desde la infancia. El programa educativo de la SEP en cuanto a ese apartado es realmente pobre. El poco apoyo a la cultura en nuestro país es alarmante, precisamente porque somos un pueblo subestimado, y nos subestimamos en todos los àmbitos. Por lo pronto, lo único que desgraciadamente nos queda por hacer es cada quién hacer su tarea, y esperar que en muchos nazca la necesidad de ver, leer, algo diferente, mas allá de lo que nos pueda ofrecer la televisión abierta. Pensar que merecemos conocer algo mejor y que un libro nos llevará a lugares que un programa de televisión jamás podrá. Así y solo así podríamos deshacernos del complejo Cenicienta.

Mau es de los pocos estudiantes de actuación que realmente sorprende... leanlo leanlo!!! mauriciobx@gmail.com



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